Querido estómago: Perdón por las mariposas que solté sin controlar, cuando realmente fue un error. Perdón por no cazarlas antes de que llegaran a la garganta y se chocaran entre sí, queriéndose morir.
Querida almohada: Perdón por no consultarlo primero contigo, por abrazarte pensando en alguien que no eras tú y por golpearte cuando no fuiste tú la que me ignoró haciéndome sentir como una estúpida.
Querido corazón: Perdón por todo el daño. Por todo. Por suplicarte que aguantaras, por prohibirte hablar, por hacer de ti un viejo músculo; algo mal parado. Perdóname por no cuidarte tanto como te mereces. Y gracias por haber soportado los duros golpes en tus puertas y no abrirlas a un imposible.
Querido cerebro: Perdóname por no creerte, aún sabiendo que tenías razón; por no escucharte, y por creer que mi corazón y tú estabais en guerra... No sabía que lo único que queríais era alguien que os uniera a ambos. Y gracias por abrirme los ojos a tiempo y no hacerme perder la cabeza por quien no lo merece.
Querido tiempo perdido: Gracias por haber existido, por haberme dejado libertad para actuar como quería, y lo siento por no haber comprendido antes que él no es para mí.
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